El hombre fuerte es el que cuida, no el que pega, denigra o mata.
La violencia viene vestida de muchas formas (psicológica, moral, física), viene como gritos, como golpes y también como palabras «dulces» o como silencios. Viene disfrazada incluso hasta de «piropos» o «alagos» (el típico «che, qué flaca estás AHORA, o sugerirte que estás mas gorda, vieja, que sos tonta, que sos «jodida» si haces respetar tus derechos o no compartis ideas, o que sos «pendeja» y no entendés nada…).
La violencia viene también en forma de moobing en tu trabajo, en el que las mujeres somos blanco fácil, en especial cuando somos jefas de nuestro hogar y mantenemos a nuestra familia y a nuestros hijos.
Aprendan por favor a detectar las sutiles formas de violencia a tiempo y SALIR CORRIENDO Y ALEJARSE de los tipos violentos. Aprendan a detectar esas frases que dejan pensando, los gestos que avisan, los silencios. Aprendan a alejarse frente a los gritos o al primer golpe. Que no haya un segundo o tercer episodio. No se dejen engañar. El violento es violento y lo que promete hoy llorando mañana no lo va a cumplir.
La mejor manera es saliendo del miedo, el violento es en el fondo un gran cobarde que se violenta con alguien física o psicológicamente más débil, o es un gran perverso que nunca jamás entenderá porque incluso disfruta con lo que hace. Para salir de la telaraña hace falta una red social de contención. Si sos víctima de un violento, hablá con tus amigas, hablá con tu familia, con otras mujeres y recurrí a las fiscalías y a las comisarías de la mujer. Y si no te atienden, recurrí a organismos de defensa de derechos y garantías como las Defensorías del Pueblo. Busca ayuda profesional cuando sientas que no podés.
El pánico que genera el maltrato queda como una semilla y es muy pero muy difícil de erradicar. Pero también se puede.
Por eso, NI UNA MENOS, no sólo en el extremo de la muerte, sino también en el desprecio, el maltrato, los insultos, en la casa, en la calle, en el trabajo, en cualquier lado.
Muy bueno. Hoy en día vivimos en un mundo donde siempre se debe andar apeligrado (a).