Gratitud

Cuando me diagnosticaron cáncer, el día que abrí el sobre con la confirmación de la biopsia, un sólo pensamiento me llenó la cabeza: ¿me quedaba todavía una oportunidad?

Cuando estamos inmersos en nuestro día a día, no nos damos cuenta que la vida transcurre y que es hermosa y que cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo es una oportunidad. Para hacer lo que queramos. Para ser lo que queramos. A veces la vida nos tiene que dar un knock out, nos tiene que sentar de cul* para que tomemos consciencia que hay un momento en que esas oportunidades se terminan.

Ese día me senté delante de mi querido doc y le pregunté si tenía esa oportunidad. Es lo único que le pedía al Universo.

Pude acceder a una cirugía, a quimio, a radio, a medicación, a una alimentación que me cambió el metabolismo. Hoy además complemento con un tratamiento natural, con Reiki, con meditación, con muchas cosas más. Pero sobre todo aprendí a perdonar, a soltar, a liberarme de lo que cargaba en la mochila, aprendí a quedarme liviana y a centrarme en el valor que tiene estar vivo y lo que vale cada minuto de la vida.

Ese aprendizaje lo pude hacer desde la gratitud. Cómo no despertarme cada día dando las gracias? 

A veces vivimos para trabajar, postergándonos, llenos de miedos y sin darnos cuenta lo rápido que pasa todo. Todos compartimos el mismo destino, un día vamos a dejar este plano. Eso no es lo dramático. Lo dramático es que ese día te sorprenda y te des cuenta que te quedaste sin intentar cumplir tus sueños.

No esperes a que la vida te de un preaviso. Empezá hoy a disfrutar tu aquí y tu ahora agradeciendo que estás viv@ y que esa es la verdadera oportunidad que la vida te da para que puedas decidir cómo vivir. Cada minuto de vida es un minuto donde podes decidir ir por tus sueños.

Que nadie te diga que es imposible.

La dieta mental

Nuestro cerebro es muy fácil de engañar, es bastante literal. Y nos cree, cada vez que le decimos algo, cada vez que pensamos algo, toma en forma literal lo que decimos y NOS CREE. De hecho, nuestra mente nos cree sobre cualquier otra persona en el mundo… Cuál es la consecuencia? que si te decís todo el tiempo “no sirvo para esto” te va a creer de la misma forma que si le decis “qué bueno soy para esto”

Pero los humanos, a diferencia de nuestros hermanos no humanos, tenemos mucha facilidad para:

  1. Pensar en forma negativa
  2. Pensar en el pasado
  3. Pensar en el futuro

No voy a profundizar en estos tres aspectos en este post, lo que sí te voy a decir es que se puede lograr controlar los pensamientos negativos. De eso se trata la dieta mental.

Se utiliza para promover el auto cuidado, el tomar consciencia de qué pensás, te sirve para darte cuenta cuánto ocupan en tus pensamientos aquellos que son negativos.

Sabías que el 99% de las cosas negativas que pensamos nunca ocurren? Sabías que los pensamientos negativos tienen efectos químicos sobre tu cuerpo?

Si te interesa saber más, si querés saber cómo se hace esta “purificación mental”, te leo en los comentarios!

#dietamental #pensamientospositivos #bienestar #mindfulness

Lo innegociable

Te pasó tener que definir un tema muy importante en tu vida? De esos que pueden cambiar radicalmente todo? Hay veces que vamos caminando la vida y nos encontramos de frente con una bifurcación del camino. Si tenemos suerte hay señales, pero a veces está tan oscuro que no vemos nada.

Creo que en esos momentos una de las formas de tomar decisiones es acallando la mente y sintiendo. Y eso me lleva al tema de lo negociable y lo innegociable.

Cuáles son las cosas innegociables de tu vida?

En mi caso lo innegociable son esas cosas que cuando las pienso y tengo que ir en contra, mis tripas, mi esencia me dice «Stop!», «Alto» y se que de ninguna manera puedo hacer algo en contra de eso.

Y no me refiero a los grandes temas de la vida únicamente, me refiero a cosas que quizás son más chicas, como ir a un lugar, encontrarte con alguien o hacer algo puntual. Pero ahí están tus tripas revolviéndose y diciéndote «no».

Lo negociable son todas esas variables que el tiempo puede afectar, que podés reconfigurar, que podés aceptar y que no te genera un perjuicio ni una emoción tan displacentera… son como rutas alternativas que tal vez te demoren o te hagan el camino más largo, pero que en determinados momentos podés decidir aceptar la demora por algo más importante.

Cuando tengo que tomar una decisión de las gordas gordas, me doy un espacio para pensar con las tripas. Raramente se equivocan.

Cuando hay en juego cosas demasiado importantes, es necesario sentarse con uno mismo a ver hasta donde podemos negociar y hasta donde mi esencia me permite hacer o no hacer algo que puede tornarse intolerable o insoportable.

Mi consejo es que si te encontrás con algo que es intolerable para tus tripas, frenes. Es un aviso. Es como avanzar pese a que te encontraste en la ruta con un cartel que te dice que el camino está cerrado. Cuando tus tripas te avisan, la señal suele ser de peligro.

En cambio, con las cosas que podés negociar, se trata de meras transacciones momentáneas, son mojones en la ruta, con desvíos para ir a reaprovisionarse, sabiendo que aunque te demores, el destino final está a salvo, que vas a llegar.

Prestale atención a tu esencia, a tu corazón, a tu alma o a tus tripas, como te guste más llamarlo. Hay momento que la razón nos puede jugar una mala pasada, con sus argumentos de las conveniencias y las seguridades. A veces es necesario darse cuenta cuáles son las cosas innegociables porque cuando transgredimos esas cosas, lo que se nos va en ello suele ser nuestra propia salud.

Tu mente está dentro de tu cuerpo, no existe tal dicotomía mente/cuerpo, pero a veces hay que dejar que el cuerpo también nos «hable» solito y aprender a escucharlo. Escuchá cuando te dice «por acá si» o «por acá no». Es un instante antes de que la razón se apodere de la situación. Tené en cuenta ese instante, ese instinto, esa intuición. Raramente falla.

Aprender a pensar mejor

stop waiting start creatingLa mayoría de las personas que llegan a la consulta vienen a hablarnos de sus problemas. En estas líneas no me voy a referir a los aspectos psicoanalíticos subyacentes; en su lugar voy a presentar otra idea de trabajo, que trato de poner en práctica en forma paralela al abordaje psicológico.

Hace bastante tiempo que relativizo el valor asignado a algunas palabras. La palabra “problema”, por ejemplo, tiene una connotación generalmente negativa para la mayoría de las personas. Pocas veces se observa el problema como un desafío.

Cuando una persona llega con uno o varios problemas en su vida en un primer momento no sabemos siquiera si quiere resolverlos. A veces los problemas son el engranaje y la esencia de la vida misma, destinados a hacer crecer el árbol que no nos deja ver el bosque. Pero otras veces hay una decisión ya tomada de resolver la situación problemática y hacer algo.

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Sigue al conejo blanco: resignación, aceptación, asunción y superación

matrix_rabbittatoo_02Seguir al conejo blanco es seguir el camino del inconsciente, como hizo Alicia en el País de las Maravillas, como hizo Neo en Matrix. Para seguir al conejo blanco hay que animarse, animarse a entrar en si mismo y encontrarse con el deseo propio, con lo que de verdad mueve nuestros hilos. Salir del «como si» no es sencillo, y a veces es desgarrador. Pero implica salir de la mentira, y eso, eso si que es el mejor alivio que podemos encontrar en nuestras vidas. 

Hace un tiempo participé de un panel sobre cuidados paliativos, en un congreso de psicología y psiquiatría. Por cuidados paliativos se entienden todos los recursos que se pueden ofrecer a una persona que padece una enfermedad terminal y en especial, en la o las última/s fase/s de su enfermedad.

El objetivo, desde la visión médica, es aliviar al máximo el sufrimiento en materia de dolor físico, brindando todos los tratamientos que cuente la Medicina para mejorar la calidad de vida del paciente en los momentos finales de la misma.

Desde la Psicología, al trabajar en cuidados paliativos se habla de dos conceptos: la resignación y la aceptación ante el hecho de la propia e inminente muerte. Se intenta que el paciente acepte que la muerte es una parte de un ciclo natural que comienza con la concepción y pueda, desde lo anímico, aprovechar de la forma más positiva, sus últimos momentos.

Que todos vamos a morir no es una novedad y es el destino por todos compartidos. Pero como no resulta posible ni sostenible la angustia que esta realidad genera en el día a día, las personas interponemos entre nuestro hoy y ese día que generalmente no sabemos cuando llegará, distintas soluciones que nos permiten dejar de pensar constantemente en el final. Los proyectos son uno de los grandes impulsores de nuestra vida, y se erigen como barreras dinámicas que nos permiten ocupar el aquí y ahora de forma productiva, ya sea para los momentos del desarrollo de un proyecto, o para el momento en que se concreta y se vive lo planificado. Puede tratarse de un viaje, de una actividad de fin de semana, del inicio de un curso o de un desarrollo laboral o de cualquier cosa que nos involucre, nos mueva hacia adelante, nos apasione.

Los proyectos no son lo único, pero eso es otro tema.

¿Por qué se hace una distinción entre “resignación” y “aceptación”? Porque la resignación implica una connotación negativa, en cualquiera de sus tres acepciones (siguiendo al Diccionario de la Real Academia Española). Tenemos una primera acepción, que nos habla de la entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona. En una segunda acepción se refiere a una renuncia de un beneficio eclesiástico. Y en la tercera, encontramos la conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades.

En la resignación siempre tenemos algo que entregamos, pero no en una actitud activa; es algo a lo cual renunciamos o con lo que nos conformamos y toleramos.

La resignación es bajar los brazos, es no oponer resistencia, es no luchar. Un paciente resignado es un paciente que se deja morir. Una persona resignada, aunque no sea un paciente terminal, también es una persona que se está dejando transcurrir.

En cambio, si se hace una distinción con el término “aceptación” es porque implican significados distintos. La aceptación es una acción positiva, no es un dejar ser sino un hacer. En su segunda acepción, es una aprobación o un aplauso. Incluso, el Diccionario de la RAE nos habla de la aceptación en el mundo del Derecho, refiriéndose a un acto o negocio mediante el que se asume la orden de pago contenida en una letra de cambio o en un cheque, o de la aceptación de la herencia, que se refiere al acto expreso o tácito por el que el heredero asume los bienes, derechos y cargas de la herencia.

No es lo mismo resignarse a algo, que aceptarlo. En el primer caso, la situación es pasiva, de entrega, pero no de una entrega pensada como del que da algo o que se da a si mismo con intención y participación, sino del que ya no tiene nada para dar. En la aceptación, hay un análisis de una situación que se presenta de una determinada manera y que se abraza como parte de algo que es parte de la vida.

Y ahí es donde entra a jugar la parte de la asunción.

La palabra asunción deriva del latín, assumptio. Da idea de algo que se eleva y se emparenta con cuestiones religiosas. Pero, curiosamente, en el Derecho y en la Psicología tiene significados claramente similares: jurídicamente, asumir es el acto de hacerse cargo de una deuda, en Psicología, asumir es hacerse cargo de lo que debamos hacernos cargo. Básicamente, igual que en el Derecho, hacerse cargo de una responsabilidad.

Cada vez que pienso en responsabilidad, la entiendo como la contracara de la culpa, de la culpa lacaniana. La culpa desplaza con sus aguijones la posibilidad que alguien asuma la responsabilidad por lo que es, quiere ser, hace, hizo o quiere hacer. La culpa paraliza y aleja la asunción de la vida.

Pero en el título aparece una última integrante: la superación. La superación es una acción positiva, aquella destinada precisamente a vencer los obstáculos o las dificultades.

De acuerdo al tipo de circunstancia que enfrentemos podremos llegar o no a la superación. Si entendemos que la muerte es el obstáculo a vencer, podremos ganar batallas, pero estamos condenados a no superarla. Pero ahí es donde importa si nos enfrentamos -no a la muerte sino a la vida- con una actitud de resignación, de aceptación o de asunción. En el caso del paciente terminal, la aceptación y la asunción de su estado le va a permitir la valoración de cada minuto como un verdadero tesoro, para poder utilizarlos en la mejor forma posible. La resignación en cambio es la entrega sin la resignificación necesaria para entender que todo comienza y todo termina.

¿Qué hubiera sido del mundo si los guerreros, los sometidos, los luchadores, los científicos, los artistas, si todos aquellos que cambiaron el mundo se hubieran resignado? ¿Si Einstein se hubiera quedado con la sentencia de su profesor de Matemática? ¿Si Stephen Hawking se hubiera resignado a su enfermedad? ¿Si Freud se hubiera resignado a lo que su padre le decía “nunca vas a ser nadie”? Se me ocurren una gran cantidad de ejemplos, en las ciencias, en el arte, en la política, en la lucha de todos los días, de personas que no bajaron los brazos y que su voluntad cambió la historia del mundo o de su propio mundo.

Si pensamos que las cosas no pueden cambiar, ya estamos derrotados antes de empezar. Eso es la resignación. Emanuel Ginobili fue retirado de la selección de cadetes a los 15 años por su baja estatura… nacido en una familia de basquetbolistas, si “Manu” se hubiera resignado, no hubiera llegado nunca a ser el mejor jugador argentino de basquet de todos los tiempos. En lugar de eso, se fue de Bahia Blanca a La Rioja y siguió construyéndose a si mismo.

Pero… Para poder aceptar, hace falta saber. Y saber es poder enfrentar las cosas como son. Con la verdad. La resignación me hace pensar en una actitud de “no quiero saber nada de esto”. ¿Qué puedo aceptar? Lo que se, lo que conozco. La “verdad”, siempre relativa y subjetiva.

Como en la película Matrix, muchas veces nos gusta vivir metidos en un “como si”… Si voy reduciendo las razones, casi siempre llego a la misma: por comodidad. Fuera de la Matrix las cosas no son tan lindas, hay que trabajar, mucho y con resultados inciertos. El “como si” es muy tentador.

Y no es cuestión de valorar, no es cuestión de hacer un juicio o decir si algo está bien o mal. Cada uno hace de su vida lo que quiere. La píldora azul no es mejor ni peor que la pildora roja. Es una simple cuestión de opciones.

Todos podemos optar y elegir ser Neo, Trinity, el Agente Smith o simplemente no despertar.

La resignación nos resuelve el problema de optar. El “como si”, también. Resignados, no hacemos nada. 

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Amistad, Eros y leyes #diadelamigo

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Linda forma de despertarme escuchando los mensajes de mis amigos! No me gusta la asignación de días especiales para conmemorar lo que deberíamos celebrar todos los días, pero el día del amigo es como un cumpleaños, hay que festejarlo por el hecho de estar vivos y de tener cerca (cerca espiritual, que no siempre es cerca físico) a quienes amamos.

Amistad y amor son especies del mismo género, con diferencias de grado. Ambos se originan en la libido. ¿Todavía quedan personas que se escandalizan cuando se dice que en la vida todo es de origen sexual? Y si, la vida es sexualidad, o mejor dicho, sin sexualidad no hay vida, porque Eros es precisamente la pulsión que nos empuja a mantenernos con vida, y si renunciamos a esa pulsión de vida, sexualidad en su más pura esencia, simplemente, morimos.

Morir no sólo es convertirse en cadáver. Hay muchos cadáveres caminando y respirando por la calle ¡qué desprecio por la vida, respirar estando muertos! Pero es una mera cuestión de tiempo. Donde no hay Eros, se termina muriendo también en el cuerpo.

Freud señalaba la amistad como una aspiración sexual de meta inhibida, una declinación de la satisfacción que permite construir y mantener un vínculo que puede ser fijo y duradero.

Mi versión pagana de los dichos del Maestro es que las parejas (fugaces, ocasionales, duraderas, clandestinas, legales o imaginarias) pasan, pero los amigos y los hijos quedan.

Por eso fue un gran avance llevar esa realidad al ordenamiento jurídico, ya que permitió no sólo establecer un vínculo contractual entre dos personas que se aman (matrimonio), sino también entre personas que se aman pero que no comparten su vida sexual. La unión convivencial le da la posibilidad no sólo a quienes son pareja a unir sus vidas en lo jurídico, con las consecuencias que eso implica, sino también a quienes comparten su vida desde la amistad.

No me puse a investigar si los legisladores tuvieron en cuenta esta alternativa al momento de discutir la ley, pero me parece una opción interesante. Al menos, con mucho acierto, el Título III del nuevo Código Civil no dice nada (del art. 509 al 528) respecto a la vida sexual de las partes. Y conozco a muchas personas que por valederas razones preferirían establecer una unión convivencial con un amigo o amiga, que contraer matrimonio.

Siguiendo con la celebración de la amistad, me alegra haber aprendido a decir “te quiero” a los que quiero, y hacerlo todos los días. Me alegra que hoy no sea un día especial en el cual le digo a mis amigos «te quiero», porque se los digo cada vez que hablamos y nos vemos.

Y me siento orgullosa de los amigos que tengo y por tenerlos, pero también me siento orgullosa por los que ya no tengo. Me alegra haber dejado atrás a las personas que viven en la mentira, no me llevo bien con la mentira.

A todos, amigos y no amigos, amor y paz. A celebrar!

Del #Amor a los hijos @villacarinio

villacarinioTodos somos hijos. Podemos pasarnos la vida hablando de ser hijos, de ser padres, del buenamor y de las relaciones difíciles entre padres e hijos. Que si existe el «instinto» materno y paterno, que si no. El lugar del deseo, las expectativas familiares, los mandatos sociales. Un programa que habló del primer amor. Les dejo el programa del domingo 9 de noviembre de 2014 de los karatekas del Amor. Y como siempre, Amor o Nada!

«Hay algo de lo que no podemos escapar, y es que todos somos hijos de alguien. Algunos con hermanos, otros sin. Es diferente? A ser hijo también se aprende, no hay libros sobre eso. Del amor a los hijos, del deseo de tenerlos, o no. Debatimos sobre el instinto de tenerlos, existe? O es algo más de la construcción social? Se es más feliz teniéndolos? Salva una pareja? Te salva a vos mismo? De qué se trata esto de amar a los hijos? De eso hablamos esta vez, de un tipo amor que también se construye.

Un hermoso tomo de Amorpedia con la gran Ingrid Beck, periodísta, Directora de la revista Barcelona. Hablamos también con ella sobre el amor a los hijos, sus libros para madres primerizas y cómo fué para ella esta construcción de amor.

El Consultorio sentimental con nuestra Lic. de consulta, Inés Tornabene, atendiendo un caso de urgencia! Poquitas parafilias para dejarte con las ganas, y cada rato, rock del mejor! Y todo con amor!»

Del amor a los hijos

¿Por qué es «azul» el príncipe?

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Para Fabiana P. y Fernando C., gracias!

Hoy los poetas y los faunos nos agitamos alterados, entonces sin importar donde estemos, nos hablamos y nos consolamos este vivir en un mundo que reniega del Amor y de la Poesía.

Una amiga de varias vidas (si esto de las varias vidas existiera, seguramente lo seríamos desde Egipto hasta muchas vidas futuras) hoy hablaba de príncipes y princesas, de Bellas Durmientes, de Blancas Nieves, de Cenicientas y de historias de mujeres que esperan y esperan, durmiendo en el sueño del edipo eterno, que llegue el caballero en un caballo blanco y matando dragones y madrastras las rescate y se haga cargo de sus vidas.

Eso es lo mismo que hablar de caballeros que creen que la vida es hacerse cargo de las princesas.

Me acordé de Diotima, del Banquete de Platón, de Freud y de Lacan, de Edipo, de Persefone, de Eros y de Tánatos. Me acordé lo bien que sabe en los labios el alma humana. Pensé en varios ejemplos y lo vi, ahí sentado, mirándome fijo, al famoso Príncipe Azul, que supuestamente todas esperan para convertirse ellas mismas en Princesas.

Se que no soy una princesa, así que mirándolo a los ojos le pregunte: “¿por qué sos azul?”.

Obviamente el Príncipe, que será príncipe pero es hombre, no tiene ni la más remota idea de por qué es azul, ni que pasa tampoco después del “felices para siempre”, ni quien inventó esto de ser el valiente caballero.

Un poeta como pocos, desde una isla llena de sol, me regaló hoy la mejor respuesta a una pregunta que me molesta desde hace una eternidad:

“Sencillo mi querida Inés. El día que una mente estrecha decidió crear al príncipe, solo tenía tinta azul para el maleficio. Decidió así dibujar al príncipe exponiendo en el papel su alma monocromática. Lo que ese ser no sabía era que las diosas se revuelcan en infinitos óleos. Son los colores de la vida los que el príncipe es incapaz de ver, ya que sus azules ojos carecen de las partículas pigmentadas con los sabores que los locos y lunáticos disfrutan en la mañana. Por eso cuando aparece el príncipe, y en consecuencia la princesa, es importante preguntarle -¿A qué te saben los colores? Si su respuesta es monocromática, ya sabes que estás ante la nefasta presencia de un príncipe azul”.

El problema del príncipe azul es su monocromía. Una monocromía que le impide ver los colores del mundo. Una monocromía que lo resguarda y lo pone a salvo de tentarse con los sabores infinitos en los cuales las diosas se revuelcan, óleos de texturas y de formas, colores de vida, aromas de piel y de mar.

La monocromía lo preserva de asomarse al mundo de una mujer, de la diosa, y lo deja en el de la pobre princesa desvalida que lo necesita para subsistir.

Ya lo dijo Bettelheim en su “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”: “El padre real de la princesa cautiva se describe como una persona bondadosa pero incapaz de rescatar a su hija. En “Nabiza” es una promesa lo que se lo impide, mientras que en la “Cenicienta” y “Blancanieves” parece incapaz de tomar sus propias decisiones en contra de la todopoderosa madrastra”

Se que no soy una princesa, ya lo dije, y no me gustaron nunca los príncipes azules. Me quedo del lado de la luna. Me quedo con la policromía de sabores, de texturas, de colores, de Amor, de música y de vida. Sin torre, sin rejas y sin esperas. Bien despierta, colorida y con los pies en la cocina sólo para crear.

De las cartas de amor al chat #Freud

1057940357_2Todos los nacidos después de la existencia de internet y más concretamente, quienes siendo jóvenes han crecido viviendo sus romances, encuentros y desencuentros amorosos a través del ICQ, el MSN, el chat de las más variadas formas, las redes sociales, el facetime, Skype, WhatsApp, Facebook y el humilde mensaje de texto, difícilmente puedan imaginar una vida de relación y de encuentros sin el auxilio de la tecnología.

La tecnología es sólo una herramienta, un medio para facilitar que aún estando en las antípodas, dos personas se sientan cerca. Pero la tecnología no es la que genera los contenidos ni la que hace brotar las palabras, es sólo un soporte, tan válido como el papel y la tinta. Las personas se han relacionado entre los géneros por los siglos de los siglos, forma más que útil y agradable de perpetuar la especie humana. Y aún aquellos que sabemos científicos y serios, han dejado sus huellas en el camino del romance. Incluso en las épocas que no era tan fácil como ahora.

Sigmund Freud antes de ser el padre del Psicoanálisis fue un joven médico neurólogo recién recibido, pobre, muy pobre, que se enamoro a primera vista de Martha Bernays, hija de una familia de buena posición que residía en Viena. Cuando se conocieron el flechazo fue recíproco y comenzaron a verse, pese a que Sigmund no era un candidato a la altura de las circunstancias sociales de Martha. Su madre, al ver la determinación de su hija en continuar su relación con un joven médico, pobre y ateo a pesar de su origen judío, decidió llevársela de Viena e instalarse en Wandsbek, un pueblo en las afueras de Hamburgo, para ver si la distancia los disuadía.

Allí comenzó un intercambio epistolar frondoso y que podría formar parte de la literatura más romántica de la historia de los romances de la humanidad. Se escribían dos o tres veces al día recíprocamente, con textos que iban de lo tierno a lo apasionado. Luego de un noviazgo a la distancia que duró cerca de cuatro años, con pocos encuentros personales y siempre en presencia de familiares, contrajeron matrimonio en 1886. Para contraer nupcias Freud tuvo que renunciar a continuar con su carrera e investigaciones y poner un consultorio particular. En una de sus cartas, le había dicho a Martha: «Querida Martha, qué pobres somos. Cuando alguien nos pregunte qué bienes poseemos para vivir juntos, lo único que podremos decir es: nada más que este desmesurado amor mutuo».

De ese matrimonio nacieron seis hijos. La religión y las prácticas religiosas fue un tema prohibido por Freud y respetado por Martha, quien sólo volvió a prender velas en su hogar el viernes siguiente de la muerte de Sigmund en 1939. Las investigaciones de Freud sobre la sexualidad humana no eran del agrado de Martha, quien lo consideraba como un «pornógrafo», sin embargo las respetó también y supo disfrutar de ser la esposa de Her Professor el Dr. Freud, ya catedrático y no sólo judío ateo y pobre. El mismo Sigy que, en esos diálogos diarios y a la distancia, le escribía a su Marty:

«Por mucho que te quieran, no renunciaré a ti por nadie, ni nadie te merece. No hay amor hacia ti que pueda compararse con el mío.

…estamos tan íntimamente unidos, me siento tan inefablemente feliz por el hecho de tenerte, y estoy tan seguro de tu interés hacia todo lo mío, que las cosas sólo son importantes para mi cuando tú las compartes.

Perdóname, amor mío, si a menudo no te escribo en el tono y con las palabras que tú te mereces, especialmente en respuesta a tus cariñosas cartas; pero pienso en ti con tan sosegada felicidad, que me es más fácil hablarte de cosas ajenas a nosotros que respecto a nosotros mismos.

(…) Estoy dispuesto a dejarme dominar completamente por mi princesa. Uno deja siempre con gusto que le subyugue la persona que ama; si hubiéramos llegado a eso, Marty…

Cuando recibo carta tuya, todo el ensueño se disipa y la vida real se introduce en mis células. Los problemas extraños quedan borrados en mi cerebro; se desvanecen las misteriosas concreciones pictóricas de las diversas enfermedades y desaparecen las teorías vacías. Hasta ahora habías compartido mi tristeza. Comparte hoy conmigo mi alegría, amada mía, y no creas que existe otra cosa sino tú en la médula de mis pensamientos«

Sigmund Freud

Sigmund Freud

El 23 de septiembre de 1939 moría Sigmund Freud, en la Londres que lo recibió cuando debió huir de su Viena invadida por los nazis.

Quemaron sus libros, declararon su ciencia infalsable, lo expulsaron de la Sociedad Médica de Viena y muchos se sintieron molestos al conocer sus investigaciones a lo largo de su vida. A más de cien años de La interpretación de los sueños, de Tres Ensayos sobre teoría sexual, del sueño de la Gradiva y tantos otros, a cien años exactos de que escribiera Introducción al Narcisismo (más vigente que nunca) y con una obra fecunda, prolífica, perfeccionista, visionaria y fabulosa, Freud nos sigue asombrando a quienes nos dedicamos a seguir estudiando su legado y a quienes, desde diversas ramas de la ciencia y la cultura, acceden a su obra.

Incansable en su búsqueda de los por qué y de los como de la cura, se revisaba a si mismo y no tenía ningún problema en admitir errores en sus investigaciones. Atendió su consultorio y escribió hasta pocos días antes de morir.

Hoy Viena volverá a escuchar su voz. En el 75º aniversario de su muerte, se realizará una conmemoración especial en la ciudad que vivió desde los 17 hasta los 82 años.