
En estos días que son de mucha incertidumbre es cuando más me aferro a mi convicción de que dónde nos enfocamos es dónde va nuestra energía.
Y cuanto más difíciles se ponen las cosas, más me esfuerzo en concentrarme en prestar atención a mi diálogo interno. Por qué? Porque tengo tendencia a decirme cosas que no me hacen bien. Te pasa? A mi llevó años “curarme” de eso!
Cuando pensamos y nos hablamos, nuestra energía se concentra en esos pensamientos y ahí se dirige. En este sentido, la fuerza mental que ponemos en esos pensamientos pueden generar un efecto en el mundo que nos rodea. Porque admitamos que el mundo que nos rodea depende de lo que pensamos y de cómo nos proponemos percibirlo.
Un ejercicio fabuloso y que me sirvió para limpiar mi cabeza fue apagar literalmente la negatividad. Lo primero que hice fue apagar las noticias, no dejar que los medios siguieran contaminando mi cabeza con malas noticias todo el tiempo. Las cosas que pasan en el mundo van a seguir pasando, pero los medios (y porque eso vende) se concentran en lo negativo, no te cuentan las cosas buenas que también pasan en el mundo.
Y ese es el primer paso en el camino a la limpieza de tus pensamientos.
Convertirte en el guardian de tus pensamientos. Aléjate de las personas que te tiran malas vibraciones. Pensá en lo que querés, no en lo que te molesta o no querés o te da miedo. Y vas a ver como de a poco el mundo que te rodea empieza a cambiar.
Si hace falta FE? Llámalo como quieras. Podés llamarlo fe, fortaleza mental, creencias, convicción. Llámalo como a vos te sirva. Pero cuidá siempre que tu energía vaya al lugar correcto.