Poesía, amor y cocina

Escribir poesía y cocinar parecen dos actividades bien distintas. Pero no lo son. En definitiva, son distintas formas de hacerle el amor a la vida.

A través de la poesía tratamos de poner en palabras lo indecible, lo que es imposible de expresar. Buscamos y buscamos, combinamos, con más o menos música, con sentido o sin sentido; escribir es intentar gastar con palabras lo que anida en el alma.

Siempre hay un Otro a quien le escribimos. Para el Psicoanálisis va a ser el Gran Otro, el A… pero la verdad, no importa mucho. Siempre hay un otro para quien escribimos, aunque no sepamos todavía quien es… (Claro, a veces lo encontramos…)

Cocinar también puede ser un acto de amor. Alimentar no es solo cubrir una necesidad fisiológica. Alimentamos a nuestros hijos desde que nacen, pero… cuando ese acto sólo cubre la necesidad del cuerpo, cuando está despojada de amor, vamos a encontrar esos cuadros donde el niño rechaza el alimento de forma aparentemente inexplicable. Son los casos de anorexia en lactantes.

Es que alimentar a un humano no es sólo satisfacer un acto fisiológico; alimentar tiene que ir, necesaria e imprescindiblemente unido a la transmisión del amor. La madre que amamanta mira a su hijo y en esa mirada el hijo va construyendo su psiquismo. La madre que amamanta o que alimenta a través de una mamadera acaricia a su hijo y lo mira, y a través de esas caricias el niño va conociendo los confines de un cuerpo que todavía desconoce, que todavía no sabe donde comienza y donde termina con el de su madre.

No es de pan que sólo vive el hombre…

Por eso, cocinar también puede ser un acto de amor. Cocinar para quienes amamos, imbrincando junto con los sabores, con los condimentos, esos sentimientos que nos hacen nacer nuestros amores, transforma un hecho químico en un acto de amor.

La pura satisfacción de las necesidades orgánicas no aquieta nunca la angustia originaria…

Así que hoy, en vez de una poesía, voy a dejar una receta. Seguramente a quien la practique no le va a dar el mismo resultado que me dio hoy a mi. Porque el ingrediente extra no se ve y es absolutamente subjetivo. Para hacerla, pensá en quien amás y dejate llevar pensando que estás cocinando para esa persona, que vas a alimentar no sólo su estómago, sino que vas a darle amor.

Carne rellena al curry y limón

Corte de carne para rellenar (peceto, colita, etc)

Jamón

Muzzarella

Ajo

Mostaza

Curry (de buena calidad, imprescindible!)

Limón en rodajas

Sal, pimienta y romero

Mechar la carne, rellenarla con el ajo picado, el jamón y la muzzarella. Coser la abertura para evitar que se derrame el queso.

Untar el corte de carne en mostaza en forma generosa y ¡¡¡con las manos!!! Espolvorear el curry de a cuerdo a las preferencias personales, salpimentar a gusto (pimienta en grano molida preferentemente) y cubrir con algunas rodajas de limón y con agujas de romero fresco.

Cocinar en horno a temperatura media.

Se puede servir con papas, arroz o ensalada verde.

Bon appetit!