El 23 de septiembre de 1939 moría Sigmund Freud, en la Londres que lo recibió cuando debió huir de su Viena invadida por los nazis.
Quemaron sus libros, declararon su ciencia infalsable, lo expulsaron de la Sociedad Médica de Viena y muchos se sintieron molestos al conocer sus investigaciones a lo largo de su vida. A más de cien años de La interpretación de los sueños, de Tres Ensayos sobre teoría sexual, del sueño de la Gradiva y tantos otros, a cien años exactos de que escribiera Introducción al Narcisismo (más vigente que nunca) y con una obra fecunda, prolífica, perfeccionista, visionaria y fabulosa, Freud nos sigue asombrando a quienes nos dedicamos a seguir estudiando su legado y a quienes, desde diversas ramas de la ciencia y la cultura, acceden a su obra.
Incansable en su búsqueda de los por qué y de los como de la cura, se revisaba a si mismo y no tenía ningún problema en admitir errores en sus investigaciones. Atendió su consultorio y escribió hasta pocos días antes de morir.
Hoy Viena volverá a escuchar su voz. En el 75º aniversario de su muerte, se realizará una conmemoración especial en la ciudad que vivió desde los 17 hasta los 82 años.