Anoche estaba escribiendo un artículo sobre Lacan y la mirada cuando una de mis hijas llegó, se sentó, me miró y me dijo que tenía miedo. Y se le veía expresado claramente en su mirada. Miedo.
A raíz del ataque en Normandía (donde se degolló un cura e incluso se filmó la escena de terror), del de Niza y de haber conocido una París militarizada pocos días después del atentado del 13 de noviembre de 2015, mi hija lee, se informa y ayer se enteró que Argentina es un presunto blanco de ataques terroristas, por ser el lugar de nacimiento del Papa Francisco.
Hoy me desperté con la noticia que los mismos grupos terroristas que vienen adjudicándose los últimos atentados, afirmaron que Londres y Washington son las próximas ciudades en la lista de los ataques.
Y Brasil también está en la mira, con la inminencia de los próximos Juegos Olímpicos.
A estas alturas hablar de «nuestro» país o de otro país como extranjero se me está antojando como la madre del problema. En algún punto nos olvidamos que somos HUMANOS, y que esa condición está por encima de cualquier nacionalidad.
También se me antoja pensar que el concepto de patria es una construcción abstracta con la que nos venden promesas electorales que después no se cumplen (de cualquiera de los partidos políticos de que se trate), que sirve para llegar al poder, que siempre se trata de gobiernos y no de «patrias» y que poco importa pertenecer a una patria o a otra cuando el gobierno que está de turno no administra los recursos para evitar que más gente muera de hambre, envenenada por los agrotóxicos, asesinados por ser mujer, homosexual, de tal o cual religión, transexual o pensar distinto, que muchos no tengan acceso a las diversas formas de vida digna que a esta altura de la existencia de la humanidad ya debería ser posible para todos por igual y en todo el planeta.
Siguen muriendo personas de uno y otro lado.
Y ya no deberían importan los lados. Siguen muriendo personas.
Se siguen inventando guerras que tienen por objetivo la conquista de recursos naturales. O el extremismo religioso. O cualquier otra excusa incomprensible.
Dentro de un par de meses mis hijos van a estar en Nueva York y en Washington, yo en Londres, mis amigos y mis mascotas en Buenos Aires, el resto de mi familia en España y varios de mis amigos en diversas partes del mundo, viviendo o viajando. Todos somos blanco de un posible ataque terrorista estemos donde estemos, hoy o mañana, porque no hay lugar donde la locura no haya llegado.
Si pienso en cualquiera de estos lugares yo también tengo miedo, porque en todos los lugares por donde pasé conocí gente hermosa.
Pienso en Cuba cierro los ojos y vuelvo a enamorarme de esa isla. En Londres me siento más en casa que en ningún otro lugar del mundo. Recuerdo a Río de Janeiro con felicidad. No puedo pensar en ninguno de los rincones de Argentina que recorrí sin estremecerme de emoción por su belleza. España está en mi vida día a día cada vez que hablamos con mi prima Arantxa, ahí está el resto de mi familia. Una de mis hijas planea irse a vivir a Paris en un par de años. Y así con cada lugar que tuve la fortuna de poder conocer. Y en los que no conozco, también. Porque no se trata de países, se trata de los lugares donde viven personas.
No se puede vivir con miedo, porque el miedo paraliza y no nos deja pensar. Eso le dije a mi hija, a pesar que el escalofrío que se me metió en el cuerpo me sigue hasta ahora. Le dije que ya pasamos por esto en este país, le dije que en la vida hay cosas que dependen de nosotros y otras que no, y que en este caso no tenemos mucho por hacer. Excepto aprender a vivir en paz y respetando a las personas por igual, entendiendo de qué se trata o debería tratarse esto de ser humanos.
Fuentes:
http://misionesonline.net/2016/07/27/el-gobierno-teme-un-atentado-de-isis-en-la-argentina/
http://www.lacapital.com.ar/un-grupo-aliado-al-estado-islamico-amenaza-atacar-rio-janeiro-n1193869
http://www.mirror.co.uk/news/uk-news/how-safe-britain-fears-over-8496878